the end of the empire
Vamos a decir las cosas por su nombre. Que Bill Gates es el tipo más rico del mundo nadie lo discute. Que durante los 80 y buena parte de los 90 formó un imperio semi-pro monopólico creo que tampoco hay mucho que debatir. Que se ha convertido en una personalidad importante a la altura de un jefe de estado, que es un emblema de la globalización y que por años fue capaz de manejar las finanzas de su compañía con la habilidad de un cirujano, me parece que nadie podría discutirlo.
Pero, insisto, vamos a decir las cosas como son. Gates no va a dejar su puesto de CEO en Micrisoft porque quiere ir a repartir caramelos a los niños de África (que bien si así fuera), ni porque está viejo, ni porque se dio cuenta de que quiere ver crecer a sus niños. El señor Gates deja el negocio porque el modelo de empresa (imperio) que forjó ya no funciona con la filosofía actual de la tecnología. Open source, desarrollos libres, Creative Commons, copyleft, versiones Betas constantes, software en línea, aplicaciones gratuitas (en resumen Web 2.0).
Gates es lo suficientemente inteligente (y en alguna medida visionario) para entender que Microsoft –al menos de la manera en que ha funcionado los últimos 30 años- tienes sus días contados y que poco a poco va caminando al barranco que él mismo construyó para empujar a la competencia. Suena cursi decirlo -pero esto es histórico y merecía un post- la arquitectura de la participación que O'Reilly anunció ya comienza a dar sus primeros frutos. Bye Bill!
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